
El pintor estadounidense Robert Rauschenberg, pionero del 'pop art' y considerado una de las figuras artísticas más influyentes de la segunda mitad del siglo XX, falleció el lunes en Tampa (Florida).
Robert Rauschenberg abrió el camino a la desmitificación de la pincelada expresionista, imponiendo una iconografía urbana compuesta de imágenes extraída de revistas y periódicos. Con espíritu renovador e inagotable ha camino por la escultura, el collage, la pintura y la instalación, en una de las trayectorias artísticas más brillantes e innovadoras de la segunda mitad del siglo XX.
Rauschenberg fue el primer artista Pop conocido fuera de Estados Unidos. En 1969 ganó el premio de pintura de la Bienal de Venecia, y fue considerado por Giorgio de Marchis como “la revelación del Pop art norteamericano como un fenómeno nuevo de primera magnitud”. En sus primeras obras y comienzos atacó los fundamentos del expresionismo abstracto. En 1951 comenzó a fijar objetos tridimensionales sobre la superficie de sus telas para llenar “el foso que separa el arte de la vida” Entre los objetos que integro a sus obras están: una cabra disecada con un neumático, una almohada, una corbata, una gallina disecada, aparatos de radio, botellas de refresco, coches, ventiladores, etc. De esta época es la mítica obra Odalisca (1955-1958), donde el artista utiliza diversos objetos como una gallina disecada y un almohadón, para construir la pieza, y se sirve de fotografías de prensa para envolver una caja hueca. La adopción de los transportes fotográficos será otro elemento típico de sus obras hasta la utilización de la serigrafía como una herramienta necesaria en el desarrollo de su trabajo plástico. Es estética de vasos comunicantes - una de las principales que da forma de contemporaneidad-, donde lo poético está engendrado por la inagotable vocación de interioridad que la obra misma manifiesta. Es el recorrido del lenguaje poético y visual. El único que, como tal, lo constituye. Rauschenberg ha trabajo e integrado todos los materiales; pero para quien esto escribe, ha trabajado sobre todo el collage. Ha trabajo la materia, el mundo de los dioses, el flujo inédito, el universo de los sentidos. “Cualquier motivo para pintar - dice Rauschenberg- es bueno para pintar. No hay tema insignificante. La pintura siempre es más fuerte cuando, a pesar de la composición, el color, etc, se presenta como un hecho, como algo inevitable, a diferencia de un mero recuerdo o un arreglo”.
Robert Rauschenberg abrió el camino a la desmitificación de la pincelada expresionista, imponiendo una iconografía urbana compuesta de imágenes extraída de revistas y periódicos. Con espíritu renovador e inagotable ha camino por la escultura, el collage, la pintura y la instalación, en una de las trayectorias artísticas más brillantes e innovadoras de la segunda mitad del siglo XX.
Rauschenberg fue el primer artista Pop conocido fuera de Estados Unidos. En 1969 ganó el premio de pintura de la Bienal de Venecia, y fue considerado por Giorgio de Marchis como “la revelación del Pop art norteamericano como un fenómeno nuevo de primera magnitud”. En sus primeras obras y comienzos atacó los fundamentos del expresionismo abstracto. En 1951 comenzó a fijar objetos tridimensionales sobre la superficie de sus telas para llenar “el foso que separa el arte de la vida” Entre los objetos que integro a sus obras están: una cabra disecada con un neumático, una almohada, una corbata, una gallina disecada, aparatos de radio, botellas de refresco, coches, ventiladores, etc. De esta época es la mítica obra Odalisca (1955-1958), donde el artista utiliza diversos objetos como una gallina disecada y un almohadón, para construir la pieza, y se sirve de fotografías de prensa para envolver una caja hueca. La adopción de los transportes fotográficos será otro elemento típico de sus obras hasta la utilización de la serigrafía como una herramienta necesaria en el desarrollo de su trabajo plástico. Es estética de vasos comunicantes - una de las principales que da forma de contemporaneidad-, donde lo poético está engendrado por la inagotable vocación de interioridad que la obra misma manifiesta. Es el recorrido del lenguaje poético y visual. El único que, como tal, lo constituye. Rauschenberg ha trabajo e integrado todos los materiales; pero para quien esto escribe, ha trabajado sobre todo el collage. Ha trabajo la materia, el mundo de los dioses, el flujo inédito, el universo de los sentidos. “Cualquier motivo para pintar - dice Rauschenberg- es bueno para pintar. No hay tema insignificante. La pintura siempre es más fuerte cuando, a pesar de la composición, el color, etc, se presenta como un hecho, como algo inevitable, a diferencia de un mero recuerdo o un arreglo”.
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