sábado, 1 de diciembre de 2007

Dante Montich


"Con el presentimiento de que algo esencial se había perdido inexorablemente, los neoexpresionistas reconfiguraron la pintura como género, girando alrededor de la visceralización de los temas, de la martirización del soporte, del carácter conscientemente rudimentario, de la construcción de una espacialidad ambigua, del gesto acechante y de un fárrago de turbios empastes cromáticos. Este espontaneísmo feroz fue defendido por un grupo de artistas locales que tanto se permitieron abrevar en los temas que proponía la contracultura urbana como en la exteriorización mortificante de una obsesión personal. Muy pocos se relacionaron con la intensidad práctica de los sentidos, con el golpe visceral de la iluminación del color.

Dante Montich es uno de esos artistas que –aunque rezagado con respecto a los protagonistas históricos del neoexpresionismo vernáculo- aparece sin embargo como uno de los conspicuos representantes del costado más directamente sensual de esta pintura. El hálito vitalista, el desaforado cromatismo y una congestión poliforma, ruidosa, exagerada, que a veces induce a una incomodidad palpable, hacen que la obra de Montich se constituya como una fuente de energía diferenciada. Una obra que se resuelve –o intenta hacerlo- entre la tensión básica que produce la pura fisicidad de la pintura y su enfrentamiento con la persistencia de ciertos rasgos figurativos. Si bien estos rasgos inestables, nerviosos, pueden llegar a despertar varias interpretaciones bajo el disfraz de la ironía (inclusive hasta alusiones de carácter erótico) no es sino en la impresión inmediata del don del color en donde se establece el mencionado sensualismo.

Dante Montich –abandonado al dictado del instinto- desanda el camino de la figuración y se concentra en iluminar el trayecto que media entre el lienzo y el aparato perceptivo del que mira. Fundamentalmente porque el color no está en función descriptiva alguna, sino que constituye un mapa de relaciones en el espacio y se transforma en un fin en sí mismo. Algo que no es accesible a los razonamientos del intelecto sino que debe ser entendido como un triunfo de la energía sobre la reflexión.

1 comentario:

jose luis dijo...

un abrazo a mi amigo dante montich...lo estas haciendo bien...sigue buscado
jose luis vargas (chile)